Soy Lic. en Ciencias de la Informática, estudié en el IPN, y por ello aunque soy de Pinotepa Nacional, Oaxaca, durante casi 8 años radiqué en el D.F.; los 5 años que me tomó la formación profesional y mis primeros empleos; al concluir la carrera yo ya tenía tablas laboralmente hablando, pues durante toda la carrera trabajé en un despacho de consultoría, cuyo giro era ofertar cursos de capacitación para formar recursos humanos en las organizaciones, y con ellos al implementar toda su información en un sistema automatizado aprendí mucho al respecto. Al egresar y contar con mi título, por invitación de la bolsa de trabajo del “Poli” fui a concursar por un puesto laboral en el Corporativo de la Unitec, y tras todo el proceso de reclutamiento, selección y contratación, me quede con el puesto de Gerente en Capacitación del área de Sistemas, ahí parte de mis funciones además de la planeación y distribución de los recursos asignados para el área, me dedicaba a tomar cursos que eran solicitados por los directivos y el personal de las diversas áreas para reproducirlos a dos instructoras con quienes contaba como subordinadas. El corporativo es un área reservada que está junto a las instalaciones del Campus Atizapán, por lo que en ocasiones coincidía en las horas de almuerzo y comida con compañeros docentes del campus e intercambiábamos experiencias, recuerdo que como la ocupación al re-impartir los cursos la consideraba similar a la atención que ellos brindaban en sus clases.
Por azares del destino (mi familia y el amor de mi vida) tuve que dar “vuelta en u” hacia mi natal Pinotepa, y al buscar empleo, dado que no se cuenta con gran infraestructura industrial, ni de servicios, pues lo que más me llamó la atención es incursionar a la docencia, y tuve la suerte de coincidir con amistades y contemporáneos, y tras ir a apoyar a configurar las máquinas en un nuevo centro de cómputo tuve la oportunidad de incursionar al COBAO primeramente en la Ext. de Huaxpaltepec, dado que la institución había iniciado labores un año antes se debían impartir las materias de Informática y se requería personal para ello y pues “caí como rana al charco”, recuerdo que me entusiasmé mucho dado que yo necesitaba ocuparme dado que ya me empezaba a desesperar pues el ritmo de vida que llevé en el D.F. no se compara con lo que es una pequeña ciudad; así inicié como docente.
En verdad, yo ya sabía lo que era estar frente a un grupo e inducirlo a trabajar sobre ciertos objetivos, pero recuerdo que me encantó mucho ver que en los grupos que ahora atiendo interactúo con pura juventud, lo cual me encanta y siento que me contagio de ellos; aunado a ello me cayó el veinte de la gran responsabilidad que había yo adquirido; al analizar que en la EMS se atiende a jóvenes, y la juventud es una etapa crucial en la vida de toda persona, en esos años te enamoras, decides que carrera vas a estudiar si tienes la fortuna de formarte profesionalmente, en ocasiones te casas (o te casan); todo ello lo vives o lo decides en un torbellino de problemas y/o situaciones en las cuales se encuentran inmersos los sentimientos, las emociones, cambios hormonales y afirmación de complexión física, la interacción con la familia, adquisición o reafirmación de una identidad, etc. Esto en un momento lo confieso me aterró, me cuestioné si yo tenía la suficiente preparación y estaba dispuesta a compartir con los estudiantes lo mejor de mí, comprendí que educar no es solo informar.
Al aceptar el reto también me comprometí a ser empática, tolerante, ser de mente abierta y sobre todo a ser consciente de que las problemáticas y retos que la realidad cambiante del planeta que habitamos exige debo tener disposición para continuar con mi formación, o nunca deja ya que una persona nunca deja de aprender y máxime quienes nos dedicamos a la docencia, siento que es una obligación el estar en actualización constante.
El quehacer docente es arduo, pero claro que da satisfacciones: en primer lugar el percibir un salario que permita cubrir mis necesidades para bien-vivir, el status (porque yo así lo he percibido) y el respeto que puedes ganarte, pero lo que en verdad disfruto y me regodeo de ello es la identificación que los alumn@s llegan a tener con uno, darte cuenta de que te tienen confianza, que te imitan para bien, que se acercan y te preguntan sobre otras cosas que no necesariamente son temas de clases, que te saludan siempre, que te presentan a sus padres cuando coinciden en otros espacios, eso para mí ha sido muy padre y lo disfruto mucho.
Claro que ¡no todo es miel sobre hojuelas!, y en ocasiones aunque contadas he tenido que reprender a uno que otro alumno por conducta, incumplimiento o falta de interés sobre los estudios y en ocasiones esto ocasiona ruptura en nuestra amistad o diferencias en nuestro trato. Y por otro lado el ambiente laboral con los compañeros de la plantilla docente, que no es que sea mala pero si hay algunos compañeros que en verdad me sorprenden con sus actitudes y formas de actuar, pero bueno como dicen por ahí “de todo hay en la viña del señor”. Otro aspecto que me desespera es cuando hay variables que no puedo controlar y afectan nuestras labores como suspensiones de clases no calendarizadas y debemos sacrificar tiempo extra nuestro y de los estudiantes, para lograr concluir los temas; aunque ya después de 2 o 3 veces que ha sucedido siempre trato de ir adelante con los temas.
En verdad siento que el quehacer docente ha traído más satisfacciones que insatisfacciones a mi vida. Ahora mismo que se los relato lo confirmo.
Compañeros es cuanto puedo compartirles, y quedo a la espera de sus comentarios.
Lorena.